Bosquejo de relato 2

El agua que salía del grifo le salpicó las mangas. Empezó a refregar la ropa con desgana. Pensaba en las últimas palabras de Aracely, frías, inexpresivas, como si las hubiera dicho un animal mecánico. De pronto la espuma subió de tamaño, el agua salía por los costados, era como si en un descuidó se empezara a desbordar de la pequeña batea, hasta entonces no fue consiente del tiempo que había pasado recordando, sumergida en la habitación de Aracely, hablándole desde el sillón sucio, fumando. Se dio cuenta que las cosas corrían con prisa, sus ideas hacía un momento eran en imágenes lentas, y que paseaban armoniosamente, se dio cuenta de que estaba sujetando con fuerza la ropa mojada. El gemido salió con retraso de la boca que se abrió con anchitud, se limpió las lagrimas, no pudo evitar el grito agudo y doloroso, incontrolable. Se vio en el suelo mojado con la mirada perdida. Hasta que el sonido del grifo abierto le recordó dónde estaba y una vez más sintió que algo en el vientre le crecía.  

Cuando acepté vivir con Aracely no lo pensé mucho, es más, ya tenía parte de la ropa empacada y siempre tenía esa sensación preparada para cuando me lo pidiera, la valija anticipada, vivía siempre al pendiente de su llamada. La habitación era pequeña y sucia, los colchones olían mal. Viti dormía con un perro muy pequeño, esa raza que no se muy bien el nombre pero que son animales inquietos, muy ruidosos, que dormía en la misma habitación, en un sillón gastado y deshecho. Aún así decidí quedarme, hacer el esfuerzo de encajar sin mostrar molestia, lo único que quería era escapar del departamento de mi Madre, alejarme de ella, no verle el rostro más. Creía que lo había conseguido y recuerdo que esos primeros días estaba muy contenta y todo me parecía muy novedoso.

Las pezuñas resonaban en el suelo de la casa. su caminar era pausado y sus pisadas fuertes, buscaba con una parsimonia acomodarse en algun rincón y mirarme con el mentón altivo, los ojos muy fijo. sabía que no se movería y también sabía que yo jamás me atrevería a acercarme, no por su acpeto mas bie por el olor que despedía, ese olor fuerte quemado que me inmovilizaba. El animal recostaba el vientre peludo en el suelo, busacaba su una posición, me recordaba a un felino. Luego le crecía el miembro, grande siempre chorreante, y empezaba a tocarlo con el suelo, siempre con la mirándome, aveces sentía que decía cosas, le salían gemidos anciososos.

Aracely era celosa y aveces me golpeaba. La primera vez lo recuerdo muy bien, cuando habíamos bebido y ella me había visto hablando con Roberto, después buscó un lugar apartado en el café y empezó a gritarme, sin importarle la demás gente, que nos miraba pero no se atrevía a interferir. Luego en la salida del local empezó a golpearme con los puños, unos golpes muy fuerte, sordos y con mucha rabia, me empujó muy fuerte  contra la pared. Por la tarde del día siguiente me pidió disculpa y yo ví que no mentía, ví la sinceridad de sus palabras y lo arrepentida que estaba de todo lo que había pasado la noche anterior, me hablaba muy de cerca que percibía el aliento alcoholico, un aire vago y cansado que se disculpaba. Lloró, y su llanto me pareció genuino, sé cuando la gente finge el lloriqueo, sé cómo se ven las lágrimas falsas; lo sé por mi madre, porque muchas veces buscaba el engaño en sus lágrimas, el victimismo en sus palabras, y no me creía nada. 

Aracely duraba poco. Tarde o temprano le llegaba el malhumor, y empezaba con una rabia que no sabía controlar. En este punto yo ya planeaba irme, no vivir más con ella, estaba empezando a buscar algún lugar, algun familiar que pudiera ofrecerme un cuarto, un lugar dónde quedarme. Pero desistía, me había acostumbrado a los malos tratos, me había acostumbrado a su malhumor, el cuerpo se me cansaba al pensar que debía ordenar mi ropa y mis cosas, los libros que había comprado y que había comodado en el estante donde ella guardaba sus materiales de dibujo. 

Después supe que mi Aracely mato a loly. le estrelló la cabeza con la puerta del refrigerador cuando el animal hociquiaba dentro, no tuvo que hacer mucho esfuerzo porque el perro era frágil. Me contó que se perdió y que seguro no volvería más. 

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